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El Potencial Dormido de la Industria Paraguaya
A pesar de contar con una infraestructura industrial moderna y diversa, Paraguay opera con niveles preocupantes de capacidad ociosa en sectores clave como el agroindustrial, textil, cementero y farmacéutico. Este análisis profundo revela las causas detrás de esta subutilización —desde trabas regulatorias hasta baja articulación comercial— y propone una mirada estratégica hacia el verdadero aprovechamiento del aparato productivo nacional. Un llamado urgente a revisar políticas, contratos y mercados para activar el potencial dormido de nuestra industria.
NEGOCIOS
7/26/20252 min leer


El potencial dormido de la industria paraguaya
A pesar de contar con parques industriales, fábricas y plantas de primer nivel, la industria paraguaya opera con un alto grado de subutilización de su capacidad instalada. Algunos sectores apenas alcanzan el 40% de uso, mientras otros trabajan por debajo del 70%, lo que evidencia una brecha estructural entre la infraestructura productiva y su aprovechamiento real.
En las últimas décadas, Paraguay ha realizado importantes avances en infraestructura, automatización, certificación y diversificación. Hoy en día, existen industrias agroalimentarias, cementeras, farmacéuticas, textiles, siderúrgicas y maquiladoras con capacidad para producir bienes con valor agregado competitivo tanto para el mercado local como para la exportación. Sin embargo, muchas de estas plantas no logran operar a su máximo potencial por razones que van desde la falta de contratos estables, hasta trabas regulatorias, baja demanda interna o dependencia de mercados externos.
Capacidad ociosa: una constante transversal
Sectores clave como el agroindustrial, cementero, textil o el ensamblaje bajo régimen de maquila reflejan el mismo patrón: infraestructura instalada disponible pero producción intermitente o restringida. Por ejemplo, en 2024 las plantas aceiteras trabajaron al 67% de su capacidad, mientras que en años críticos no superaron el 44%. Las cementeras operan con un 22% de ociosidad, y las fábricas textiles dependen de ciclos de contratación cortos y estacionales.
Incluso en industrias con alto nivel tecnológico, como la farmacéutica, el uso de capacidad está condicionado por la existencia de contratos públicos o permisos de exportación, lo que frena una operación continua y escalable.
Un país con industrias encendidas... a medias
El fenómeno de la capacidad ociosa estructural deja al descubierto un desafío central: Paraguay no necesita solamente construir más fábricas, sino hacer funcionar de manera eficiente las que ya existen. La brecha no está en la infraestructura, sino en la articulación de cadenas productivas, marcos regulatorios previsibles, incentivos fiscales y apertura de mercados.
Automatización: clave para cerrar la brecha
En este contexto, la adopción de tecnologías de automatización y control, como las ofrecidas por compañías como Delta Electronics en alianza con Comagro, se vuelve crucial para optimizar recursos, reducir costos y aumentar la competitividad. Estas herramientas permiten a las empresas operar de forma más eficiente, incluso ante contextos variables, haciendo más rentable cada hora de máquina y cada línea de producción disponible.
Además, al facilitar el acceso a soluciones tecnológicas de clase mundial, se abre la puerta para que nuevas industrias emergentes —startups industriales, pymes manufactureras o plantas bajo régimen de maquila— puedan integrarse a procesos más modernos, sostenibles y escalables.
Lo que está en juego
Paraguay ya cuenta con buena parte de la infraestructura que necesita para liderar una nueva etapa industrial. Lo que falta es una estrategia nacional que cierre la brecha entre el potencial y la realidad, y que transforme la capacidad instalada en producción efectiva, empleos sostenibles y exportaciones competitivas.
La oportunidad está latente. Solo falta encenderla por completo.